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Toda la información sobre este "viaje iniciático" que dirige el periodista español Miguel de la Quadra-Salcedo.

jueves, 4 de febrero de 2016

Intrigas reales en Marrakech

Entre el dédalo de laberínticas callejuelas del barrio judío de Marrakech, la Mellah, surge una digresión urbanística, una asincronía espacial en el flujo desordenado de motocicletas, tenderetes y humanidad que caracteriza casi cualquier rincón de la medina imperial. Se trata de un palacio. Pero no un palacio cualquiera. Sino del palacio más hermoso y rutilante de la ciudad, pues a la más hermosa y rutilante concubina del harén fue dedicado. O al menos eso es lo que narran con confiada certeza los guías turísticos que conducen nutridos grupos de turistas con la mirada prendida en el hipnótico artesonado de los techos o en la aritmética simetría de los azulejos que da sentido a la expresión latina de horror vacui.



El íntimo esplendor del Palacio de la Bahia se debe a casi medio siglo de construcción en dos etapas a cargo de dos personajes ya olvidados por la historia que, no obstante, desempeñaron una labor trascendental en el Marruecos de la segunda mitad del siglo XIX. No eran reyes ni sultanes, ni siquiera tenían ascendencia noble a la que aferrarse y sus orígenes estaban muy lejos del linaje alaouita (de hecho, eran negros y de familia de esclavos), aún así asesoraron (y regentaron) en calidad de visires a tres generaciones de monarcas marroquíes.

Padre e hijo, con la fruición propia de quien recibe una riqueza y un poder sobrevenidos, no dudaron en exhibir el lustre de una posición alcanzada con astucia y perseverancia, y para ello idearon el palacio más suntuoso de Marrakech. Tanto es así que, más de un siglo después y desprovisto de su mobiliario original, continúa suscitando la fascinación de quien recorre cada una de sus estancias y patios, como transportado a una sugestiva desviación temporal en la que se intuye a tientas la atmósfera sensual y a la vez decadente de sus días de gloria.

La primera fase de construcción del Palacio de la Bahia, por entonces conocido como Dar Si Moussa en honor a su promotor, se llevó a cabo desde 1859 a 1873, años que comprenden el sultanato del alaouita Mohammed IV. Como Gran Visir de Marruecos durante todo este tiempo, podemos imaginar la envidiable salud económica de la que Si Moussa gozó, suficiente como para levantar un monumento doméstico a la megalomanía en pleno corazón de la Medina.

No obstante, el distinguido gusto del visir por la opulencia familiar de su Palacio quedaría años más tarde eclipsado por los planes expansionistas de su hijo, Ba Ahmed, quien no dudaría, entre 1894 y 1900, en ampliar los limites de su hogar hasta las 8 hectáreas actuales mediante la expropiación progresiva de terrenos colindantes en una operación urbanística digna de una trama corrupta contemporánea. Al fin y al cabo, él era el sultán en funciones de Marruecos y los permisos, así como el oro de las arcas, obedecían a una mera cuestión de voluntad.

Lo cierto es que Ba Ahmed siempre estuvo sobrado de voluntad política. Cuando en 1894 el sultán Hassan I falleció en pleno viaje pacificador por el Atlas, Ahmed, que ejercía al igual que su padre como visir, decidió ocultar la noticia ante el temor de una rebelión entre las tribus de la zona. En concreto, fueron sietes días lo que duró la macabra representación de la normalidad en la caravana; Ahmed firmaba los decretos reales y excusaba la ausencia del sultán por cansancio u otra coartada médica. Pero tras una semana con el cuerpo presente, el olor comenzó a ser una realidad ineludible y finalmente tuvo que anunciar la muerte del sultán a las puertas de Fez, no sin antes asegurarse una posición privilegiada en el nuevo sultanato.

Para ello, puso bajo arresto al hijo mayor de Hassan I y candidato natural al trono, Mulay Mohammed, quien permaneció prisionero en su propia casa de Meknes durante años, y decretó el ascenso al poder de su hermano menor, Abdelaziz, que sólo contaba con 13 años. En connivencia con la madre de este, una esclava del Cáucaso llamada Lalla Raqiya, Ba Ahmed se aseguró de este modo el cargo de sultán regente de Marruecos, completando así el ascenso definitivo al cénit de su poder frente a la pléyade de enemigos que acumulaba en territorio marroquí y fuera de él.

La ampliación del Palacio de la Bahia fue una muestra irrefutable de la preeminencia alcanzada por el nuevo sultán en funciones. Ahmed trasladó la capital del reino a Marrakech y dirigió los asuntos reales desde su casa, que se convirtió en un deslumbrante centro de recepción de líderes tribales, consejeros, militares o diplomáticos europeos. En menos de seis años, las obras dirigidas por el arquitecto andalusí Muhammad al-Mekki dieron lugar a un edificio sin igual compuesto por más de 150 habitaciones, numerosos riads y un hermoso patio de mármol blanco y más de 50 metros de largo, que daba cabida a la numerosa familia de Ahmed, incluyendo sus cuatro esposas y sus 24 concubinas, las cuales eran destinadas a estancias separadas de acuerdo al grado de preferencia otorgado caprichosamente por el “señor de la casa” en una suerte de sistema de promoción meritocrático. No en vano, el nombre del palacio, traducido como “de la favorita”, hace pensar que fue construido en honor a una de las mujeres que pasaron por el harén y logró cautivar de forma especial a Ba Ahmed.

De lo que no hay duda es que este no escatimó en gastos para agasajar a su amante y requirió materiales y artesanos provenientes de distintas regiones del país. Los tres elementos fundamentales de la profusa decoración del palacio fueron el cedro del Atlas, utilizado para los techos y el mobiliario, los azulejos de Tetuán, con los que se revistió las paredes dibujando motivos geométricos al estilo andalusí en azul, verde y rojo, y el mármol de Méknes para el suelo y las inscripciones emplazadas junto a los arcos de los riads, la mayoría de ellas con alusiones e invocaciones a la salud. Al parecer, Ba Ahmed, como todo hombre rico y poderoso, tenía tendencia a la hipocondría, algo a lo que no contribuía su tamaño imponente, razón por la que el Palacio, en contra del estilo arquitectónico árabe, tuviese una sola planta y las puertas fuesen extremadamente anchas.

Sin embargo, de nada le sirvieron los proverbios ni la astucia exhibida durante su regencia, ya que en 1900 falleció en la cama por un brote de cólera, aunque la hipótesis del envenenamiento, como en todos los casos que incumben a personas distinguidas, no resulta descabellado. Más aún dada la premura demostrada por sirvientes, familiares y enemigos en saquear, en tiempo récord, todas las riquezas del Palacio hasta dejarlo en un desangelado vacío, que es como lo hallamos hoy día, en un proceso incluso más súbito que el ascenso a la cúspide de su dueño.

Tras su muerte, el rey Abdelaziz tomó definitivamente las riendas del país, aunque nadie lo tomó en serio. El desgobierno en Marruecos era una realidad que acabaría con la instauración en 1912 del Protectorado francés. De Ba Ahmed no se acuerdan hoy ni los libros de historia, sin embargo su Palacio, a pesar de cierto abandono y de la imposibilidad de ser recorrido en su totalidad, es una de las atracciones más sugerentes de Marrakech. El aroma de los jazmines y los naranjos en flor se mezcla con el chapoteo cadencioso del agua de sus fuentes mientras que la mirada queda enredada en el bosque de los mosaicos policromados, como en una catársis sensorial alimentada por el peso de la historia y la fascinación de la leyenda.

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domingo, 31 de enero de 2016

Morella, uno de los pueblos más bonitos de España

La vista de Morella, capital de la comarca de Els Ports, desde la distancia es imponente. Su castillo se alza hasta una altura de 1072 metros sobre el caserío rodeado por una muralla de dos kilómetros de perímetro con siete puertas y diez torres. La imagen resulta más vistosa, si cabe, durante el fin de semana, cuando la iluminación monumental resalta la silueta de la fortaleza.



Con razón, Morella está considerado como uno de los Pueblos más bonitos de España. Desde hace poco tiempo participa en un innovador proyecto turístico que, con el lema Tres territorios pero una sola tierra, reúne a las comarcas de Matarraña/Matarranya (Teruel), Terra Alta (Tarragona) y Morella (Castellón). Todo un ejemplo, este de aunar esfuerzos, en una época en la que lo que está de moda es diferenciarse del vecino.

Morella tiene mucho que ofrecer al visitante. Entre los atractivos que el viajero no debe perderse destacan el castillo, una las fortalezas más imponentes del Mediterráneo. El paso de numerosas civilizaciones ha dejado su impronta en esta impresionante construcción habitada sin interrupción desde el III milenio antes de Cristo.



Sus muros han sido testigos de historias, alianzas y conflictos. Salones y Patio de Armas que han sido escenario de las batallas de El Cid Campeador, de contiendas como la Guerra de Sucesión, y eje de las guerras Carlistas. En 2014 se celebra el centenario del encuentro histórico en la localidad entre entre el Papa Luna, San Vicente Ferrer y el rey Fernando I de Aragón.

Morella también desempeñó un papel relevante durante la Primera Guerra Carlista. El general Cabrera, llamado el Tigre del Maestrazgo tomó la ciudad en enero de 1838 y la convirtió en la capital del territorio bajo su control. El verano siguiente la defendió con éxito frente al general Oráa.





A los pies del castillo se alza el hermoso Convento de Sant Francesc. La iglesia del convento, del siglo XIV, conserva la belleza y sencillez del gótico original, como los restos del claustro. La Sala Capitular atesora una de las muestras más antiguas del arte macabro español, La Danza de la Muerte, un fresco del siglo XV en que la nobleza, el clero y el pueblo llano bailan juntos en torno a la muerte.

La Basílica de Santa María La Mayor es uno de los templos más hermosos del Mediterráneo. Está levantado en estilo gótico y reúne en una misma fachada dos puertas de gran interés, la de los Apóstoles y la de las Vírgenes. En su interior hay que detenerse en la escalera de caracol que da acceso al coro, realizada en estuco de yeso policromado. Junto a los Reyes Magos se puede ver a un pastor preparando el tradicional alioli.





Dando un paseo por las murallas o los callejones de esta bella localidad castellonense encontramos a cada paso rincones fotogénicos que reclaman nuestra atención. Desde el castillo se tiene una vista privilegiada de todo el pueblo. Abundan las casas solariegas, sobre todo en la preciosa calle central con altos pórticos de piedra.





Desde época medieval la manufactura de prendas ha tenido una gran importancia en esta localidad, la manta morellana es un legado de este pasado textil. Destaca por su diseño de franjas horizontales y la combinación de colores vivos. Se confeccionan en lana y en algodón y pueden adquirirse en diversos establecimientos dedicados a la venta de esta artesanía y también de jerseys de lana.

Estas telas morellanas han evolucionado en cuanto a funcionalidad y hoy se adquieren, no solo como mantas o colchas, sino también para crear cortinas, caminos de mesa, cojines, bolsos, incluso, ropa y accesorios para indumentarias festivas y culturales.



Los viajeros más activos, o quienes visiten la localidad con niños, pueden pasar un día de aventuras en el parque Saltapins, un circuito multiaventura de actividades para todos, a partir de 6 años, situado en las antiguas instalaciones de la empresa textil Giner.





Dónde comer

Uno de los atractivos más importantes de Morella es su excelente gastronomía. Esta localidad presume de tener una de las trufas más apreciadas de Europa, la trufa negra de Morella (Tuber melanosporum).

Los embutidos son el entrante por excelencia, además de los deliciosos quesos de oveja y cabra y las croquetas morellanas, realizadas con la carne de un buen caldo y envueltas en una oblea de pan ácimo, dándoles forma triangular. Entre los postres cabe señalar el delicioso flaó y la cuajada.



La oferta gastronómica es amplia. He tenido ocasión de disfrutar de propuestas de cocina moderna que combinan tradición y nuevas tendencias.
  • Mesón del Pastor: ideal para degustar unos deliciosos platos a base de setas de temporada y platos tradicionales de la zona. Teléfono: 964 160 249.
  • Casa Roque: buen servicio y una cocina tradicional, con esas pequeñas innovaciones que le dan un toque personal y cálido. Teléfono: 964 160 336.
  • La Fonda: gastronomía morellana basada en productos autóctonos y de crianza propia, a través de una cocina sencilla y tradicional. Teléfono: 964 173 181.
  • Restaurante Vinatea: una carta que aúna tradición y modernidad, en un emplazamiento único bajo los soportales del casco histórico de Morella. Teléfono: 964 160 744.

Dónde tomar una copa

Para terminar la noche nada mejor que Dadá Museum Pub, tomar una copa en un edificio del siglo XIV o degustar un mojito en su terraza interior con aires de patio andaluz es el punto final perfecto para poner la guinda en una visita a Morella.

Dónde dormir

El Hotel Cardenal Ram está enclavado en pleno casco histórico, se alza sobre un edificio nobiliario de estilo gótico creado en el siglo XVI y propiedad de la familia Ram. Dispone de dieciséis habitaciones dobles.

Más información: Morella Turismo

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martes, 26 de enero de 2016

Experiencias Vitivinícolas en Al-Andalus

Potenciar el turismo enológico como motor de desarrollo económico. Ese es el objetivo del programa Experiencias Vitivinícolas en Al-Andalus (EVA), que lidera el Ayuntamiento de Montilla, en colaboración con la localidad onubense de La Palma del Condado y las portuguesas de Lagoa, en el Algarve, y Reguengos de Monsaraz, en el Alentejo, y que opta a recibir una subvención de fondos europeos que supera los 540.000 euros hasta el año 2019.



El concejal de Promoción Económica, Innovación y Comercio, Manuel Carmona, resaltó ayer la “importancia” del turismo y del vino como “pilares de la economía montillana”, de ahí que manifestara la necesidad de “dar un empuje al sector enoturístico con esta iniciativa”, que cuenta con un presupuesto global de más de 1,2 millones de euros, cofinanciado al 75 por ciento por la Unión Europea, mientras que el 25 por ciento restante lo asumirían los municipios implicados.

Por su parte, el concejal de Promoción, Turismo y Festejos, Antonio Agustín Ligero, resaltó el interés del actual equipo de gobierno por el turismo enológico y por la idea de “unir Andalucía con otras dos regiones portuguesas, dentro de una ruta común que permitirá concebir el turismo desde otro punto de vista”, según explicó.

De esta forma, el programa EVA pretende aglutinar el potencial del mundo enológico como reclamo turístico con otros elementos culturales y gastronómicos que, en su conjunto, constituyen “una excelente oferta turística para el visitante”, a juicio de Antonio Agustín Ligero, quien avanzó que la iniciativa se articula en torno a cuatro tipo de estrategias con sus respectivas actuaciones.

“Por un lado se va a trabajar en el diseño del geodestino EVA, en el que se incluirán los recursos disponibles, la demanda existente, el perfil del posible visitante, el diagnóstico de la situación y la valoración de los resultados obtenidos”, comentó el responsable municipal de Turismo, quien confirmó que “en un paso posterior se creará un geoportal que permitirá al visitante diseñar itinerarios personalizados conociendo la oferta de interés que tiene a su disposición”.

El programa EVA implicará igualmente el diseño de eventos vinculados a la gastronomía y al vino “que completen la oferta existente actualmente”, para concluir con la promoción de estos eventos. Una oferta turística y cultural que, para Antonio Agustín Ligero, “supondrá un beneficio para las empresas de Montilla”.

J.P. BELLIDO [@JPBellido]
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR
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domingo, 24 de enero de 2016

Matarraña, un lugar para volver

En la zona oriental del centro-sur de la provincia de Teruel se encuentra la comarca de Matarraña/Matarranya. El doble nombre corresponde a una peculiaridad lingüística de la comarca, en esta zona del Bajo Aragón se habla catalán. La comarca viene definida aproximadamente por la cuenca del río Matarraña y engloba a los municipios de Arens de Lledó, Beceite, Calaceite, Cretas, Fórnoles, La Fresneda, Fuentespalda, Lledó, Mazaleón, Monroyo, Peñarroya de Tastavins, La Portellada, Ráfales, Torre de Arcas, Torre del Compte, Valdeltormo, Valderrobres y Valjunquera.



La capital comarcal es Valderrobres, situado sobre una colina en la que destaca el castillo con el río Matarraña a sus pies. La entrada a la ciudad antigua desde el puente gótico de San Roque es una de las estampas más pintorescas de Aragón. No es de extrañar que Valderrobres esté considerado uno de los pueblos más bonitos de España.

El castillo-palacio está unido a la iglesia gótica de Santa María la Mayor, un magnífico ejemplo del gótico levantino en la provincia. Otro punto de interés es la Plaza Mayor, a la que se accede tras cruzar la Puerta de San Roque. Su edificio principal es el Ayuntamiento, inspirado en el de Alcañiz. Dando un paseo por los callejones empedrados de Valderrobres es fácil encontrar rincones interesantes para el aficionado a la fotografía.

La comarca del Matarranya tiene también un gran interés paleontológico. En Peñarroya de Tastavins encontramos Inhospitak una de las sedes de Territorio Dinópolis, donde podemos ver kis huesos originales del Tastavisaurus sanzi, un dinosario de 17 metros de altura que vivió en esta zona.



En Peñarroya de Tastavins se sitúa el pico más alto de la comarca y su iglesia de Santa María la Mayor está declarada bien de interés cultural. En la misma localidad se encuentra el Santuario de la Virgen de la Fuente, cuya ermita de arriba cuenta con un interesante artesonado mudéjar incluido en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

La comarca de Matarraña ha estado habitada desde el Pleistoceno, durante la época de las glaciaciones, hace unos 600.000 años. Se pueden realizar varias rutas históricas, unas de las más interesantes es la Ruta de los túmulos funerarios ibéricos. En el límite de los términos municipales de Arens de Lledó, Lledó y Cretas encontramos el túmulo de Pedrafita. Gracias a esta estructura es posible conocer las costumbres funerarias en torno al siglo VII y VI a. C. El ritual consistía en la incineración del cuerpo y posterior colocación de los restos en una urna depositada sobre una cámara sepulcral de piedra orientada hacia la puesta de Sol.



Calaceite es la capital cultural del Matarraña, muy cerca de la localidad se encuentra el antiguo poblado íbero de San Antonio, excavado por Juan Cabré, y más tarde por Pere Bosch i Gimpera, entre los años 1903 y 1919, que localizó los poblados que denominó Les Ombries, Els Castellans y la Torre Cremada. Buena parte de los materiales que se han encontrado están en el Museo Arqueológico de Barcelona.

Calaceite es otro de los pueblos con encanto incluido en el listado de los pueblos más bonitos de España. Bajo los soportales de la Plaza de España han paseado numerosos escritores y artistas que establecieron su residencia en esta preciosa localidad.



Desde la plaza mayor, con el ayuntamiento del año 1609, se entreteje una red de callejuelas empedradas en las que el visitante puede ver casas solariegas en piedra decoradas con balcones de forja y vetustos blasones a la entrada.

En La Fresneda, concretamente en el Cerro de Santa Bárbara, también encontramos otro vestigio de antiguas civilizaciones. En este caso un asentamiento que parece contener un antiguo calendario lunisolar. En la Plaza Mayor se conservan bellas casas palaciegas de los siglos XVII y XVIII, y en la misma se desarrolla el porticado que prolonga el de la calle Mayor. La casa consistorial data de finales del siglo XVI.

La estructura actual de Ráfales se debió formar a partir del s. XVI-XVII con la ampliación urbana de la fortificación del s. XIV-XV de cuya muralla se han encontrado restos en la pared de los soportales del lado de la iglesia. Los soportales que dan acceso a la Plaza Mayor son muy interesantes.



El Molí de l'Hereu, actualmente reconvertido en hotel, es un edificio del s. XVIII que funcionó como molino aceitero hasta la década de los años setenta. Era propiedad de casa l’Hereu (el heredero), la familia de terratenientes que controlaba buena parte de la economía local. Este molino concentraba toda la producción de aceite de la población, dado que era el único que había, a excepción de alguna pequeña instalación rudimentaria.

Beceite, una de las poblaciones más atractivas de la Comarca del Matarraña, es a su vez entrada natural a los Puertos, a los que da nombre. Los aficionados al senderismo no pueden perderse la ruta de El Parrizal. El agua es un elemento omnipresente en Beceite, prueba de ellos son las piscinas naturales, todo un alivio durante los meses de verano, o el antiguo lavadero. En las calles adyacentes puede escucharse el agua correr bajo las casas.

El principal edificio religioso de esta localidad es la iglesia Parroquial de San Bartolomé, obra barroca realizada entre los siglos XVII y XVIII, que sustituyó a la primitiva iglesia de la que ya había constancia en el año 1210.



Una de las industrias que más importancia tuvo en Beceite fue la del papel. La fabricación artesanal ayudaba a realizar un papel de calidad que garantizaba la continuidad: algunos molinos trabajaron para Heraclio Fournier en la elaboración de naipes, fabricaron papel moneda para el estado, Goya utilizaba papel de Beceite para sus grabados... Pero, principalmente, la producción llegaba a los grandes centros consumidores de Barcelona, Valencia, Madrid y Bilbao por medio de carretas; unos viajes que duraban varios días.

Si en el siglo XVII la localidad llegó a tener 2200 habitantes, hoy en día se ha reducido esta cantidad a una tercera parte. Se pueden ver símbolos gremiales en las puertas de algunas casas, como estas marcas de los productores de miel.



En la comarca del Matarraña/Matarranya confluyen influencias aragonesas, catalanas y valencianas convirtiendo al territorio y a sus gentes en un sorprendente tapiz de costumbres, historia y paisajes que merece la pena visitar.



Dónde comer y dormir
  • La fábrica de Solfa: Hotel familiar en Beceite, adaptado para personas con movilidad disminuida, provisto de ascensor, acceso a Internet (wi-fi), sala de estar con chimenea, bar con terraza jardín junto al río. Ideal para familias. Teléfono: 978 850 756.
  • Posada Guadalupe: En la localidad de Monroyo encontramos la Posada Guadalupe, cuyo restaurante ofrece cocina tradicional de la casa y cocina aragonesa. Cuenta con servicio de menú, carta y manú degustación. Teléfono: 978 856 005.
  • La Alquería: Tras la profunda rehabilitación de esta casa noble del siglo XVII, en plena Plaza Mayor de Ráfales, declarada Bien de Interés Cultural en 1984, se esconde, sin apenas poder adivinarse tras su pequeña fachada, el hotel. Teléfono: 978 856 405.
  • Molí de l'Hereu: Un molino aceitero de principios del siglo XX reconvertido en hotel rural con encanto en Ráfales. Teléfono: 978 085 060.
Más información: Turismo de la Comarca del Matarraña/Matarranya

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